lunes, 24 de septiembre de 2012

El escocés antifranquista

Clifford compró en 2009 una casa en Ouviaño, un pueblo tranquilo de Lugo, dispuesto a disfrutar de la paz y la quietud de la campiña galega. Con estas premisas nunca pensó que podría acabar denunciado y siendo acusado en un juicio. ¿Por qué se denunció a este guiri de faz tan noble? Este es el motivo: retiró, al lado de una fuente, una placa franquista con el escudo de Falange en la que se leía: “Reinando Francisco Franco y siendo alcalde D. José María López se inauguró esta el día 24-5-1953”.
 
Pero, claro, ¿quién habrá sido el desalmado que interpuso la denuncia ante tamaño acto de justicia social e histórica? Uno podría pensar que, siendo en Galicia, pues algún faccioso del tipo Rajoyense, Francóide o del estilo. Pero nada más lejos de la verdad. Ha sido el alcalde “socialista” Jose Manuel Braña, quien le va a pedir al juez que obligue a Clifford a restituir la placa.
 
 
“Es ridículo. Pero teniendo en cuenta lo que le han hecho a Garzón, lo que ha pasado con Camps o con el Ecce Homo, en este país ya no me sorprende nada”, explica Clifford, hijo del combatiente republicano catalán Juan Torrents, que cambió su nombre por el de John Colman cuando empezó a servir al Ejército británico en la Segunda Guerra mundial. Clifford mantiene que llegó a un acuerdo verbal con un concejal del pueblo, también socialista, mientras el alcalde estaba de vacaciones —“nos estrechamos la mano y brindamos. Eso en mi país es como firmar un contrato”— para retirar él mismo la placa después de el concejal le dijera que no podía hacerlo porque no tenía dinero.
 
Por su parte, el alcalde socialista lo tiene claro: “Yo le dije que lo íbamos a estudiar. No conocemos el ánimo de las personas que pusieron la placa. Ese señor inglés no era nadie para retirarla sin permiso”. Se escuda en que él habla poco inglés, y Clifford, poco castellano.
 
El escocés no contempla la posibilidad de un malentendido lingüístico y recuerda que, antes de las últimas elecciones, el alcalde fue puerta por puerta y cuando le preguntó qué le gustaría para el pueblo respondió: “Que se quite la placa”, y ahí iniciaron sus negociaciones. El regidor mantiene que su retirada “ha sentado muy mal entre los vecinos”. Clifford tiene exactamente nueve. Todo Negueira de Muñiz, con 23 núcleos de población, son 200 habitantes. Algunos, mantiene el escocés, le han felicitado por haber eliminado la placa con un martillo.
 
”Es absurdo, absurdo”, repite Clifford. “No esperaba que el alcalde me diera las gracias, pero tampoco esto. ¡Pretende reemplazar una placa franquista ilegal con otra placa franquista ilegal!”. Argumenta que los costes derivados de su proceso judicial superan con creces el valor del vestigio destruido. “Mi primera visita al juzgado supuso un mínimo de dos horas del tiempo del juez, otras dos con el taquígrafo, y seis más de intérprete, que estaba a dos horas de coche”.
 
Clifford lo tiene muy claro, no se arrepiente de nada y asegura que, si hubiera visto esa placa antes, no hubiera comprado su casa en esa localidad de Lugo. Pero claro, ¿qué es ilegal y qué no? Porque a los sociolistos, según les de, dicen una cosa u otra. ¿Es retirar esa placa ilegal? Eso dicen, pero la Ley de Memoria Histórica dice que hay que retirar todos los símbolos franquistas, por lo que, dejarlos, es la conducta realmente ilegal en este, nuestro estado de derecho, y de derechas.
 
Enhorabuena, Clifford, eres un tío grande.
 

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