viernes, 25 de noviembre de 2011

La policía espió a 330.000 ciudadanos en Dresde

Dresde es conocida por haber sido reducida a cenizas durante la Segunda Guerra Mundial por los Aliados en su lucha contra el nazismo. Cada febrero se reúnen en la ciudad miles de neonazis para recordar la tragedia, y de paso propagar su ideología. Desde hace años en Alemania existe un movimiento ciudadano en contra de estas marchas de la extrema derecha. Miles de personas se organizan por todo el país y, en el fin de semana de la conmemoración del bombardeo, acuden a mostrar su repudio a los propagadores de ideas racistas y excluyentes.

Una de las acciones clave son las sentadas pacíficas y las cadenas humanas que impiden a los neonazis avanzar por la ciudad. Cuando cae la noche se producen altercados violentos en las calles. Ésta es la razón por la cual la policía de Dresde decidió el pasado febrero formar la llamada “comisión especial 19/2”. Ésta tendría el objetivo de encontrar a los culpables de la violencia callejera. Para ello, recogieron los datos de todas las comunicaciones de telefonía móvil que se registraron en el sur de la ciudad el día 19 durante las manifestaciones. Casi un millón de comunicaciones fueron intervenidas y archivadas. Unos 330.000 ciudadanos fueron espiados, según datos del propio Ministerio del Interior sajón. Habitantes, manifestantes, políticos, abogados, periodistas…, todos sus datos fueron archivados junto con el lugar físico en el que se encontraban en el momento de la comunicación. Parte de las conversaciones fueron oídas, tuvo que admitir el ministro de Interior alemán ante una investigación del periódico TAZ.

Al parecer, la escucha de conversaciones telefónicas y el archivo de todos los movimientos comunicativos no era suficiente. La policía sajona obligó a las empresas de autobús que llevaron a los antifascistas a Dresde a rellenar un cuestionario en el que tuvieron que facilitar todos los datos de los pasajeros de los que disponían. Les preguntaron por sus datos personales, por el lugar de origen de los autobuses y las pausas que realizaron, pasando por información relativa a las pancartas que portaban los manifestantes o las conversaciones que mantuvieron durante el viaje.


Responsabilidades políticas

En las manifestaciones antinazis tomaron parte más de 20.000 personas. Incluso el vicepresidente del Parlamento alemán, Wolfgang Thierse, de 67 años de edad y miembro del Partido Socialdemócrata, participó. Al destaparse la operación policial se mostró indignado por la recogida masiva de datos.

Asimismo, la noche del 19 de febrero, después de la manifestación, fue registrada la sede del Partido de la Izquierda (Die Linke) con la acusación de esconder material para atacar de forma violenta a los neonazis. El partido interpuso una denuncia que ha ganado, a falta de pruebas en su contra, y recibirá una compensación de 6.500 euros por los desperfectos causados que el estado de Sajonia tendrá que pagarles.
Hasta ahora ha rodado una sola cabeza a causa del escándalo, la del presidente de la policía de Dresde, Dieter Hanitsch. El ministro de Interior, Markus Ulbig, del partido conservador CDU, fue quien ordenó su restitución en junio. Políticos del Partido de la Izquierda han pedido en repetidas ocasiones la dimisión del titular de Interior.

Las consecuencias del espionaje de la marcha de Dresde continúan. El fiscal de Sajonia ordenó en octubre el registro de los domicilios de dos activistas en Berlín. Se llevaron sus ordenadores y teléfonos móviles. Uno de ellos está acusado de haber llamado a la rebelión con un megáfono a un grupo de 500 personas en contra de “una manifestación permitida”, en referencia a la marcha neonazi. También la casa del cura Lothar König, que participó en la contramanifestación y criticó públicamente la actuación de la fiscalía de Sajonia, había sido registrada semanas antes, el 10 de agosto.

El único acusado hasta el momento por la fiscalía de Sajonia es el diputado del partido de Die Linke, André Hahn. La fiscalía no tuvo en cuenta su inmunidad y le acusa de haber dirigido el impedimento de una manifestación permitida. Hahn aseguróque volvería ahacerlo: “Fue correcto oponerse por métodos pacíficos a una marcha de estas características”. Los organizadores de la protesta antinazi planean una próxima cita el próximo 13 de febrero, en la cual volverán a formar cadenas humanas para impedir las marchas de la extrema derecha.

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