El domingo se enfrentaban el Atlético de Madrid contra el Rayo vallecano, derby madrileño lo que se traduce en día de tensión futbolística.
La Delegación del Gobierno había catalogado este partido de "alto riesgo", por lo que se llevó a cabo un gran despliegue policial, dentro del cual una treintena de antidisturbios, equipados con pistolas de bolas de goma y furgones, escoltaron a la afición rayista hasta el Vicente Calderón desde Príncipe Pío, donde se había llamado al rayismo a acudir con un margen pequeño de tiempo debido a la mala gestión y al cambio de ubicación y de horario con tan sólo dos días de antelación por parte de la Delegación. Este "corteo" se pudo realizar sin problemas, tanto a la entrada como a la salida del estadio, estando estos aficionados en sus localidades cuando se produjeron los altercados.
Los enfrentamientos se produjeron en el cruce del Puente de San Isidro y el Paseo de los Melancólicos, la calle por la que los aficionados del conjunto franjirojo debían acceder al estadio para situarse en la grada alta del fondo norte habilitada para ellos. En esta localización se encontraba un grupo de radicales de Atlético de Madrid, que no cesaron de insultar y de exibir banderas españolas, muchas de ellas con el "águila imperial", a la llegada de los aficionados del equipo de Vallecas.
Un grupo de unas 200 personas, en su mayoría integrantes de la peña ultra "Bukaneros" acudieron al Calderón por su cuenta, así fue decidido para poder garantizar la seguridad del resto de rayismo, ya que no sería la primera vez que les lanzan objetos, insultan, intentan agredir hinchas fascistas de otros clubes o la policía intenta cargar contra ellos en sus llegadas a los campos de fútbol. Cuando llegan al emplazamiento en cuestión, comenzaron a caer botellas y otros objetos sobre estos aficionados visitantes. Ante la tensión del momento y pese a haber sido avistados por la policía desde una hora antes del partido en bares de la zona y haber estado compartiendo garito con seguidores atléticos de forma completamente pacífica, la Unidad de antidisturbios de la Policia Nacional cargó rotundamente, elevando el número de heridos por contusiones hasta ocho e involucrando a familias enteras que iban a disfrutar de un domingo de fútbol -una de las cuales fue salvada por "Bukaneros" de la lluvia de palos y de pelotas de goma que eran lanzadas a un metro escaso de las personas-.
Según Fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, los agentes levantaron 132 actas de infracción de la Ley del Deporte -denuncias que se tramitan por vía administrativa y que suponen multas de entre 3.000 y 6.000 €- a ese mismo número de ultras del Rayo. Estas denuncias se levantaron después de tenerles una hora de rodillas mientras se hacía una identificación de todos los mienmbros y un cacheo en el que no se encontró elemento algunos para poder sancionarles. Las fuerzas de seguridad detuvieron a cinco personas, llegándoles a pisar la cabeza una vez detenidos, dos de ellas eran menores de edad y fueron encerrados en la GRUME (Grupo Especial de la Policía de Menores).
Además de las multas inabarcables se les negó la entrada al estadio, retirándoles las entradas que ya tenían adquiridas y se les negó el nombre del responsable de estos sucesos para que no se tramitasen así denuncias.
La tensión también se palpó en las gradas cuando en la segunda parte el Frente Atlético (ultras de ideología neonazi del club colchonero) exibieron dos pancartas con los lemas "Eenhorabuena al antifascismo madrileños, ya teneis granda en campo ajeno" y "Josue Libertad", esta última dirigida al militar que asesinó a Carlos Javier Palomino el 11 de noviembre de 2007 en el metro de Madrid por tener una ideología diferente, cuando (Josue) se dirigía a una manifestación xenófoba convocada por el partido fascista Democracia Nacional. Recordemos que Carlos, fallecido a los 16 años de edad, era de vallecas, viviendo la mayoría de sus amigos y conocidos en este barrio, por lo que es más que evidente el fin provocativo de esta pancarta. La afición rayista, que animó con mucho impetu a los suyos durante todo el partido, respondió con los grítos al unísono de "Asesinos, asesinos" y "Carlos, hermano, nosotros no olvidamos".
Los que alborotaron este partido no sólo se encontraban entre los aficionados, los antidisturbios no estuvieron a la altura, empujando a los que se detenían en el camino entre Principe Pío y el estado o golpeando a un seguidor unos 15 años, al decirle a un antidisturbio "ahí no cabe más gente", cunado intentaban colocar a la hinchada visitante en la parte más alta del segundo anfiteatro, pese a muchos no tener aquí las localidades, si no un poco más abajo dentro de esta misma grada.
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